poesía chilena

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Marjorie Dávila




Arrepentimiento

Estoy muy arrepentida de haber deseado un pico. Me parece escalofriante haber aspirado a que la testosterona me recorriera las venas, y me llenara de violencia. Estoy espantada de haber querido pensar con la otra cabeza y haber anhelado secretamente tener a una mina chapándomela, mientras yo le decía con desprecio te gusta mi pico perra?, mientras la miraba desde arriba y le empujaba la cabeza para que me la chupara más profundo, mientras ella sentía arcadas, para terminar en ella, en su garganta, en su cara, para manchar sus rasgos de india con mi jugo, para restregar mi pene por su rostro, para dejarla hedionda y tragando pelos. Me desacredita como merecedora de un pico el hecho de que esto último no lo haya pensado yo, sino que lo haya vivido. Una noche en que quise ser inerte, una noche en que me convertí en la señorita sí, una noche en que no tenía ganas de conversar. Así me enteré de que el amor es pornografía! Esa noche me dijeron te amo, pero yo escuché una amenaza de muerte.


Matinal

Señor dueña de casa
apague la tele y tóquese
engañe a su pareja consigo misma
Necesito que las copas de los ricos
estén tan llenas que chorren a los pobres
Necesito que usted sea la más rica
para que chorree amor a mi pueblo seco.

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Diego Ramírez





"Brian, el nombre de mi país en llamas"


En sus ojos hermosos la patria


Brian,
Vamos a escribir nuestra historia de amor en llamas
Y nadie en este país
Va a saber que estamos amándonos
Desesperadamente en septiembre.


Brian,
Vamos a escribir juntos
Esta declaración encendida de nuestros cuerpos
Apilados con furia en estas noches frías.
En estas bocas muertas.


Septiembre

Hay un país cercado
Hay rejas en las calles
Hay una ciudad sitiada por el miedo de los nuevos poderes de estado
Hay una ciudad enmudecida por la renuncia
Por el recuerdo de la rabia
Y la rabia y de nuevo la rabia
Y es necesario absolutamente que esa rabia
sea el campo de batalla
y el fuego
y tu nombre
y mis amigos más jóvenes
sobre las vigilancias represivas
Y los poderes pactados
No es que niegan el dolor
Es solo la crueldad de sabernos concientes y sensibles
Con nuestras violencias de niños.

Es necesario ver a mi país en llamas
A toda una ciudad brillando en la periferia nocturna de la memoria
Quiero ver encendida todas las noches de Chile
Villa Francia, Peñalolen, La Victoria
Quiero ver derretirse de rabia las calles
Las guerrillas hermosas del no olvido
Hay que seguir incendiando mi país entero
Hasta que no se olvide y no se renuncie
A los nombres faltantes en la historia de Chile.

Quiero ver mi país en llamas
Hasta que la coordenadas encendidas de mi corazón
sigan tejiendo rebeldías en septiembre
porque duele la patria por el borde
Y por el cielo
Y las faltas rebeldes
Y el recorte
Y el apellido distante
Y las llamas simbólicas
sobre el registro enloquecido de un pueblo .-


Brian, ya no hay sangre, miro tu marquita fatal en los labios y luego los beso como reconciliación e inicio y te prometo que no te va a pasar nada esta noche, confía en mi, aunque no confíes, tratare de cuidarte un poquito de esa marca y del abuso, porque nunca mas me llamaste, y porque nunca mas hablamos, yo pensé que te habías aburrido de mí y yo pensé lo mismo, y entonces a ciegas escapamos a la única disco abierta, los amigos afeminados agitan el ritmo y nosotros casi no bailamos, en un rincón espantoso nos abrazamos, me cuentas que tus mejores notas son en inglés, entonces me traduces el tema nuevo de Shakira rubia que no te gusta tanto y a mi tampoco, los dos la preferimos gordita y colombiana, también me cuentas del trauma escolar, y yo te pido disculpas porque no entendí nada la última noche juntos. Tú me tocas el pelo, mis largas mechas son tuyas, están en tus dedos y después en tu boca, esa imagen es el cierre y la manera de decirte por favor ándate conmigo, encerrémonos en ese desierto blanco que ya conoces, y si quieres muérdeme, y si quieres quiéreme, pero hagamos del estar juntos una posibilidad, y corremos, subimos de ese subterráneo y trafico homosexual que delimita con la iglesia San Francisco, corremos y arrancamos de las travestís maltratadas y celosas que nos gritan cosas, porque aun tenemos las piernas jóvenes y el deseo armadito y formal. No tengas miedo, Brian, de esas jirafas pobres que se suspenden en los autos con formalina. Es un país violento este, arrancamos en un taxi, nos encerramos, volvemos al inicio, mi prueba de amor esa noche, era no tocarte y aprender a resistir de amor durmiendo a tu lado, porque habías estado desde las siete de la mañana vendiendo cubanitos, y entonces morías de sueño, y en mis brazos, por favor.


NOS HACEMOS LOS VALIENTES
PERO ESTAMOS MUERTOS DE MIEDO



No somos héroes,
No somos los más lindos de la fiesta
Pero pertenecemos a un sangramiento
A un acoplado múltiple de la protesta
A un llanto inicial.
Estamos juntos por el abuso
Por la violencia de su casa, sus padres, su educación.
Estamos juntos
Por la sobrevivencia y el abandono.
Es amor, pero de otra forma
Mira como allá afuera
Una estrella de ira
Llega desde el cielo
A borrar las líneas blancas de la calle
Mira como esa corona de neumáticos
Irradia una noche perfecta / brillante
Temblorosa y efectista
Para la guerra y el pueblo.
Mira por este rincón
Como se transforma la ciudad y el silencio
En la historia reciente
En la cicatriz
Y en nuestros miedos.
Ven, acércate
Déjame contarte una historia
Que empezó hace treinta y cinco años
Déjame contarte sobre las llamas
Y esa noche en que jugamos a mordernos
Por cada disparo al aire
Que nos agitaba el cuerpo
Que nos hacia provocar un pequeño roce
Menos dulce, cuando te escondes en mis brazos
Y escribo con los dedos en tu pelo
Un poemita agressor
Mientras te escucho dormir
Mientras escucho el susurro sin lengua
Que me recorta tu baba infinita
Penetrando descaradamente tu corazón casi anarquista.


Déjale la noche a los más valientes
A todos esos promiscuos
Que incendian las calles y mi pelo
Déjalos con sus sobreprotecciones
Latinas y desesperadas
Déjalas que se besen y se muerdan.

Déjalos
Que se muerdan en la costanera
Y se desvistan detracito de un árbol
Abajito del puente
Encimita del césped
A la vereda siguiente de mi casa.

Déjalos que se la muerdan
Solos, parados, recostados, de rodillas, inclinados
con la punta, con el borde, con la marca.

Déjalos que se corran y se les derrita
la madre en las manos
Déjalos que se enfermen
que se mueran de amor
Y resistan
Que sean una barricada venérea del cariño





No te pido una patria nueva,
no te pido que me cambies la historia
solo quiero que nos encerremos
durante todo septiembre
a devorarnos y hacernos los felices
sobre las cuatro paredes blancas
de mi hospital carnicero
no se trata de curar las heridas de guerra
se trata de volver a herirse
hacerse daño
morder las piernas, marcas los brazos
se trata de dolernos todo este tiempo
mientras los chicos juegan
a escribir con fuego a dos cuadras de este encierro.
Es prescindible que estemos juntos
que en algún momento
la barricada de nuestros cuerpos abrazados
y en llamas
crucen la masculina guerrilla de dos puntas ancladas
susurrándose cerca
punteando las costillas, el camino sin pelos
la fijeza, el porte, el chillido, mi amor.

Brian,
No te pido una patria nueva
Solo quiero ver toda esta zona
La de allá afuera
Lo que se ve por las ventanas
todas las calles cercanas
Las coordenadas
Y las limitantes
Sean incendiadas
En tu nombre y el de tus compañeros menores.
No tiene que ver con tu madre
Ni con mi amor
Ni como mi manera de hacer poesía con las bocas
Es solo, la manera terrible
De querer hacer de tu nombre mi país en llamas
Es solo la manera siniestra
De hacer de tu vida
Mi historia de amor en septiembre.





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Roxana Miranda Rupailaf



Invocación al Shumpall



1
Cuando llegaste el océano detuvo sus oleajes.
Los peces comenzaron a mirarme.
Y allí,
en el lugar donde aparecen y desaparecen los náufragos
surgiste como un faro
y alumbraste hacia atrás
las noches del círculo en espera.
Yo comencé a correr por las orillas
y me arrojé a las sales
para buscar tu cuerpo plateado entre las algas.
El mar se ha convertido en un jardín de estrellas
sudadas de encenderse con el roce.
Voy a hundirme en esta ola que es tu nombre.
Voy a hundirme en esta ola que es tu nombre-te dije-
y nos llenamos,
desbordados,
atorados de luciérnagas.

2
Él vino hacia mí
en la tercera ola.
Vestido de las flores marinas
que navegan en el vientre de la madre.
Pez de plata me trajo entre las manos.
Fue de ofrenda la trizadura que hicimos en el vientre.
Una estrella de sal hice en el agua.
Fue de sacrificio.
Él llegó hasta aquí en la tercera ola
Y dibujo su arco-iris en el cielo.
Nunca pude borrarlo de mi sueño.

3
Abiertas las lunas sobre el barco
de las fiestas.
Blanco es el niño en el círculo
que lo devuelve al llanto
y a la inocencia de verse repetido
en los ojos de la madre.
El sabe que son tres los arco-iris
que pasan por mi sangre.
El sabe y lo repite con su oleaje.
Para él abro este mar
Para que pasen
sus caballos por la sal
y no se ahogue.
Blanco,
transparente,
es el niño que gira diez veces
en círculo a la izquierda
Repite el mismo movimiento
Y yo extasiada
comienzo a morderle en cuatro lenguas.
Y son tres los arco-iris que él me sabe
Y son cuatro los colores que hay adentro
Y él todo lo sabe por presagio
por sueño venido y repetido.
Vaticinio de lunas cayendo en las almohadas
del niño atravesado por los peces.

4
Regreso al mar.
A la roca dura donde las olas rompen su corazón
contra la Niebla.
Le pregunto a la piedra si ha visto tu cuerpo
flotar en el agua.
La piedra señala mis ojos y el sueño en que me afiebro.
Diez son las noches en que sacudes la sal.
La espuma blanca de tus líquidos yo bebo
y trizo el agua.
Los peces que tú llevas adentro
conocen mis olores y el aire derramado
por los cuerpos del naufragio.
Diez son las noches
en que tú sudas la sal
Yo soplo y aspiro el aliento en los espejos.

5
De esta orilla, conozco los gritos.
Los desgarros de las algas que se avientan desde el fondo
como si de un abrazo explotaran las vísceras
y el cuerpo se esparciera por el agua
cosido de las sales
Navego adentro de los ojos
Mojada voy de las mieles del éxtasis.
Yo bailo alrededor de tus cabellos.
He pronunciado tu nombre en el círculo de los sacrificados.
Mi corazón ha visto el filo del cuchillo
haciendo cruces en la sangre.
El agua vuelve azul lo rojo
Sudo encima del arco-iris soñado
Una familia de ballenas me acompaña en estos viajes.
Observo mis orinas y estás tú
en esa sal que hace mi cuerpo y que bebemos.
Es de es esta orilla que conozco los gritos,
tu canto de sireno.
Melodía por la cual cuatro veces cruzo el mar con mis ofrendas




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Paula Ilabaca





Completa: leer acá

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La perla suelta (fragmento)

con una de las yeguas agarrada de una madeja negra, brillante, que la perla llevaba tras de sí, comenzó su tiraje desaforado, calcado en negro, terrible. el primero en caer sería el rey. el rey y su reflujo, su celibato, su denso mantenimiento, su opacidad. los coros no cesan, no paran su canción. la perla se relame los dientes, aguda, punzante. tendrá que caer. las quemadas se retuercen en la ira helada que las vio morir. la suelta no para de llorar desde que vio partir a esta otra. y la perla recorre la ciudad en su búsqueda. el rey duerme con los ojos abiertos. se incorpora. se queda quieto en su noche, pensando en las aristas, en los filos de la joya que viene por él. y la perla es una pura forma atosigada de preguntas, de detalles de su parir, del recuerdo de cómo la miraba la suelta cuando se puso en sus dos piernas y salió de la casa, sin avisos, sin decir nada a nadie.

-

y esta es la cadena de oro. y este es mi corazón. nada más hay en estos caprichos, no encontrarás nada más, decía la suelta mientras se quedaba alimentando a las yeguas, dándoles leche, manipulando la miel. estriada, histérica, llena de volutas extraidas de las últimas digestiones, de las últimas arcadas que había ido guardando por ahí. esta es mi cadena, repetía como en un rezo, esta es mi cadena, y este es mi corazón.



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Héctor Hernández Montecinos



¡Lloran!,
¡lloran!,
¡lloran mis muñecas lloran!
hilos rojos escurriendo a mis pies
que van volviéndose listones
de un manto rojo en el que dormiré... *

GLORIA TREVI ........



.......................

NO!
[ o las categorías visuales de la gloria trágica 0 ]

(Santiago: Ediciones del Temple, 2001, 97 p.)



Hacer arte es hacer lenguaje, amados míos,
lenguaje extraño, trunco, espantoso, deforme,
dinámico, flexible y claro como un río

PABLO DE ROKHA.............





No a las respetables putas de la belleza / No a los distinguidos perros de la poesía / Nosotros hemos cantado a nuestra generación sin lograr despertarlos del miedo / Nosotros hemos jugado a ser palabra derramando a tiros el desenfado sobre las cabezas de los boquiabiertos que nunca imaginaron un arrebato como este para la poesía y para lo que se vive de ella / Hemos desvestido a las muñecas con fuego y voz propia / Hemos desasistido por ellos nuestra lógica y nuestro pudor / Porque cuando los dioses se quedan en silencio los desiertos de atacamas del mundo florecen hacia adentro de los ojos / Ya no queremos ser más ciegos / Buscamos luchar contra la desesperación del tiempo y los demonios del poder / Pero sólo ahora hemos resuelto que la poesía es un rumor de prestidigitadores / Y que nuestros dedos son dardos / La verdad es una de las pocas mentiras que hace daño en este contexto / No escribimos artes poéticas / Leemos las coyunturas de la vida / Nos ha tocado hacer el trabajo sucio / Destrancar las alcantarillas llenas de guaguas rancias porque en las camas de mi casa los durmientes no cesan de crecer y me aprietan y no me dejan escribir y dicen que estamos mal muy mal / La honestidad está desnuda / Sangra por la nariz y el culo / Estamos llamados a ser más que los primeros continuadores / Nuestros sudarios son seminarios / Nadie quiere tocarnos / Mis amigos no tienen más de 22 años / Y conocen la ambigüedad de las miradas / Conocen la alucinación de las esferas / Conocen el destierro de la estirpe / Conocen a los sobrevivientes de 17 años en llamas / Conocen el fascismo / Conocen la dictablanda / Conocen el alcohol después del Amanecer / Niñitos danzando alrededor de la luna / Corazón cobertizo / Corazón sagrado de los rebeldes / Corazón sagrado y herido de los homosexuales / Nuestra vida está quebrada / Todos los géneros son una convención que no necesitamos / De un día para otro un puñado de mestizos resplandecientes apareció desde los rincones más inhóspitos de Vergüenza Nacional / Mis amigos pintan las calles con sangre semen y llanto / Mis amigos hacen música con los restos de la linda república de rodillas / Mis amigos ocupan las casas para la cultura y los persiguen / Mis amigos no escupen para el cielo porque ya no confían en él / Mis amigos hacen videos grabando la realidad / Mis amigos tienen nombres de santos pero es una graciosa coincidencia / Mis amigos hacen de la vida una performance para no irse a la mierda / Mis amigos son testigos de las revoluciones sensuales / Mis amigos conocen los paisajes de chile por el ácido / En los rincones de la ciudad hemos peleado nos hemos emborrachado nos hemos amado / Nos han insultado por ser menos mediocres que nuestros padres / Hemos multiplicado las divisiones / El pasado es una excusa para ser más cobarde / Mis amigos son pobres de la calle de la noche / También hay hombres que se suicidan entre mis amigos / Y los locos no están solos / Pero nos tenemos a nosotros y tenemos poesía / Por eso celebramos que estamos juntos anunciando el devenir de nuestros deseos / Lo peor que podría pasar es callarnos poco a poco / Caernos enredarnos en el mismo galope / Hombres-mujeres-caballos / Estamos viviendo el luto de nuestro tiempo / No a las respetables putas de la belleza / No a los distinguidos perros de la poesía





Y yo les pregunto
acaso es muy divertido
ver cómo un travesti
con Síndrome de Dawn
se introduce una lima por el ano



En La Manicomia hay un río que se llama Océano Pacífico
y una ciudadela que se llama Latinoamérica



En La Manicomia niños enfermos terminales en las calles muriendo por televisión Los que tienen un poco más de buena estrella que consiga la beneficiencia de una patria caída en bancarrota Ser drogadicto no es un privilegio posmoderno Los enfermos dirán algunos deben producir pena no miedo Ser borracho tampoco es un triunfo del desdén Las avenidas son hospitales vacíos donde la muerte entra y sale de las tiendas Y muchos asegurarán que el vector del agente causal que elevó la morbilidad de las endemias ciudadanas en los más diversos grupos etarios fue la escasa profilaxis de sus propias mentes pero siguen muriendo al amanecer en La Manicomia



Acá las chicas oyen a las estrellas mexicanas
los chicos juegan a ser bovinos
pero todos
absolutamente todos
somos una Santísima Trinidad



No hay espejos hay noche
estrellas y aurora boreal
fenómenos celestes y cuerpos
tantas tantos
me estoy sintiendo
un puerco
un maldito puerco
un puerco



L
A
M
A
N
I
C
O
M
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N
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A
D
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A
N
G
U
S
T
I
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Nos decían las 3 Marías
María Thalía
María Lynda
María Paulina Rubio
estamos en la noche
pudriéndonos de risa



Si me hicieran reina
en Recoleta tocaría el cielo con la punta de la lengua
y cuando llegara el invierno
no permitiría que mis paisanos se murieran de risa



En este preciso momento estará la María Paulina Rubio
contándole a los del sector B
las 4 Nobles Verdades sobre la Enfermedad del Amanecer



No me miren a mí
es la santidad de mi vulva la que los hace felices
y les da vida eterna
no yo
la zorrita
la Divina




Quiero que la vagina de la Divina
esté pintada en todos los frescos de las catedrales del Mundo



Yo no me llamo Walter González Soto
aparezco en la noche como si fuera de televisión
me conocen por María Thalía
mi Síndrome es fatal



Enfermo está mi culo
de tanto restregarme en las capillas
pidiendo por mi violador



Se me caen los dientes
me estoy poniendo negra y gorda
como esa santa mapuche borracha
que me recogió de la basura una vez
no la segunda



Tengo pena mucha pena
me estoy cayendo de raja al infierno
y es una maldita profecía





ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº
Pablo Paredes




UN HIJO ES UNA DERROTA SIEMPRE /

todos los hijos se llaman No Soporté Solo el Dolor/
aclarado esto podemos conversar, amor mío:

Cuando cumplí 18 mis amigos se fueron al Servicio Militar,
yo no fui porque estaba bendito,
mi cuerpo se atrofió para darle espacio a mi corazón.

Cuando cumplí 25 pensé que ya estaba muy viejo
para tener un hijo,
pensé, un hijo debe tenerse a los 15 años
cuando los amigos ni siquiera se imaginan con un fusil
en el Desierto de Chile.

Quería tener hijos con mis amigos,
pero yo estaba bendito y debía tener hijos con una mujer,
sin embargo, yo debí haber ido al Desierto de Chile
a tener hijos con mis amigos.
-

EL TREN A CHILE

Tú me amas con los ojos contra el sol.

Quiero que me vistas como mujer y que me amarres a la línea férrea.

Quiero morir dignamente.
Quiero morder una ramita de canelo para no gritar.
Quiero que les digas a mis amigos que hacerse ángel es una urgencia,
que es lo que demanda nuestra cara y nuestro corazón.

Quiero que me amarres a la línea férrea y me veas sonreír
como nunca,
que me oyas cantar como nunca una canción nacional
que no ha cantado nadie nunca
y que llores como nunca al verme partido en dos.

Una estela de hienas sigue cada uno de mis juegos,
tú lo sabes.
Este no es el lugar para hacernos tontos ni para hacernos daño.
Esta es la línea del tren a Chile.
Dicen que allá los niños down cuelgan de los mcdonalds
como serpentinas de un cumpleaños interminable,
por eso quiero morir así y tener alas y llegar volando a ese
el país de mis sueños
y que todo el pueblo down me mire como si yo fuera
una estrella asimétrica de Belén.

Átame fuerte y no cierres los ojos,
quiero que me veas partiéndome por mi ilusión.
Quiero que sientas orgullo de verme partido y santificado.
Estuvimos tan solos de este lado que tuve que mamarte
los lóbulos de las orejas.
Pero al fin se acaba.
He sido llamado por el Estado de Chile para coronar
un cielo mongólico.
Tuve un sueño con todo esto.
Soñé que era mi hijo.

Mientas que hablabas de cuidarme de las chaquetas negras yo
estaba soñando en tricolor.


de Mi hijo down. Black & Vermelho. Buenos Aires. 2008.

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Carlos Cociña



Plagio del afecto: leer acá

Setenta y uno: leer acá
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Bestias: leer acá



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Yanko González Cangas



Alto Volta: leer acá



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Eugenia Prado Bassi



— EL HERMANO MENOR—

Qué me haces que siento que me muero…
a mis nueve, tú tenías once, eras de los hermanos el mayor.


¿qué me haces, que siento que me muero? que me agoto y ya no puedo levantarme y la luz de la mañana me encandila y me pone tan triste, ¿qué me haces, cuando éramos tan niños? ¿por qué me duele ahora la idea que me sitúa como presa única de tus movimientos feroces?, ¿por qué me besas?, me besas tanto, ¿por qué lo haces con tanta insistencia? ¿por qué me tocas?, me chupas tanto, que casi me gusta cuando lo haces y la costumbre a tus hábitos me obliga a soñarte, te sueño en pesadillas con los ojos brillantes, repasando cada movimiento que me vulgariza de tu hostilidad, ahora de crecido entiendo lo que hacías, sé que poco a poco fuiste poniéndome todo esto en la cabeza, aún así te atreves a negarnos, niegas el placer del primer día, de nuestro primer día, y yo sin poder entender cómo podrías no privilegiar entre tus recuerdos el momento exacto de ese día, cuando tú y yo, atrapados frente al espejo, enceguecíamos bajo la fuerza de extrañas imágenes, pero todo cambió de un momento a otro y pude ver cómo te instalabas en mí con inesperada certeza, me revelaste el secreto de la verdadera fuerza, ese primer día, tú y yo nacíamos para la vida, descubriendo sueños que revolotearon en nuestras cabezas, sueños de cuerpos conmovidos, anticipando los deseos que dibujarían el cómo iría dándose todo entre nosotros, pronto nos amamos sin escape, confundidos y desnudos, repletos y cercados, nuestros cuerpos crecieron, mas uno siempre escapaba indistintamente bajo el consentimiento de una suerte de misterio, como si los ángeles del cielo hubiesen advertido nuestro intenso amor en el acecho de las pupilas dilatadas del que escapa, el espacio de la infancia se hizo sofocante cuando apareció definitiva y rotunda la presencia de nuestra madre, nuestro inmenso amor, amparado bajo sus miradas y todos mis recuerdos de cuando no peleábamos, cuando nunca lo hacíamos, al ver a nuestra madre, toda ella, sonreír, fuimos creciendo, descubrí que lo que hacíamos te avergonzaba, y yo, de pudores me ponía triste y tan perdido, tú me habías iniciado y eras tú quien anteponía semejante distancia, ¿te avergüenzo? ¿te avergüenzo de mis sueños? ¿te avergüenzan estos sueños míos? aún cuando por las noches sigo el movimiento de tus labios que chupan sin tregua, cuando exhausto y sin deseos trato de quitarme la dureza y que se calme, que se me calme la dureza de ahí abajo, cuando con enorme furia chupas el músculo atrapado por tus labios, sé que todos mis sueños ahora te avergüenzan, mis labios chupan, mi boca, puedo verte huidizo resbalar adentro de mi boca, y me gritas que siga, que lo haga más rápido, y yo, no pudiendo contener la respiración agitada, voluptuosos ardemos y el deseo nos estalla, intento quedarme quieto, espero con horror la proximidad de otro de tus estallidos, tiemblo, te estremeces, nuestra infancia toda, colmada de placer, nos hará florecer, sólo tú me importas, digo, cuando me atrapas nuevamente, y en silencio me someto no sabiendo adónde avanzar, cuando cerrados los labios niegan el deseo que arde en tu boca, opuestamente me obligo y te chupo entero, cuando tú, no contento con nuestros desórdenes, vuelves sobre mí otra vez, sobre mí, una y otra vez, cuando mi madre no está y yo tengo tanto miedo de la reiterada insistencia con que me mojas, dependo, ambos dependemos de tu astucia, insaciables nuestras sensaciones se inflaman, y tú me dices que qué tiene de malo, que somos iguales, que somos hermanos y que con una vez no pasa nada, nada, juras momentos antes de dejarme repleto, luego, una vez más la distancia que me obligará a ti otra vez, y sabes que hasta me gusta cuando te pones encima mío, y empieza a gustarme cuando casi no tengo otro recuerdo más que tú, abalanzado con los labios sobre mi músculo quieto, mojado, entero mojado, el músculo mío cuando a la vez te mojo, y nos hacemos uno cuando me vuelves a asegurar que no pasa nada, bajo promesa de este pacto siniestro, y yo entonces sin poder parar cuando no me gusta porque aprendo tan rápido tus enseñanzas, entonces mi risa crece cuando tengo tanto miedo de que puedas descontrolarte, y de crecido me mojo del recuerdo de tu mirada sobre mí, hostil, cuando me dices hazlo, chúpame despacio, vamos, insistes, me violentas, sinvergüenza, dices, cuando ya me gusta, entonces sueño y en mis sueños tú y yo nos ponemos ardientes, violentos y repletos nos inundamos, arrastrándonos como animales, jalas fuerte de mi pelo, acércate, me dices, cuando a golpes sometes mi carne húmeda, si no te va a doler, cuando sobre mí jadeas, y entre los gemidos buscas, sólo un poco más, te refriegas, y se me endurece tanto que hasta puedo sentir tu furia como un dolor enorme que crece con tu insistencia, entonces me chupas y hasta me muerdes cuando me crecen los estallidos, y mi boca no se detiene cuando te excedes, dos niños, no éramos más que dos niños jugando, dos niños, que aún hoy, juegan, acércate, me susurras, sé que puedes hacerlo mejor, ¿quieres que lo intente?, digo, ¿así es cómo te gusta? y me ves decidido cuando tus gestos se desencajan, comediaremos la farsa de nuestra disputa, no fue posible la insistencia, ahora, eres el recuerdo de mis sueños y el deseo embrutecido que me duerme por las noches y entre sueños sin tregua, chupo y no paro de chupar contra tu enervada violencia, más fuerte me gritas, me aprietas, sofocas mi cabeza, tanto que hasta los pensamientos me impides, y casi no puedo respirar cuando inhabilitas mis iniciativas, me siento perdido, sé que no conseguiré volver en mí hasta que estalles y me veas caer de rodillas, sordo por tus quejidos, ¡ves cómo eres mariquita!, dirás histérico, ¡mariquita! gritarán tus gestos de burla para reforzar escandalosamente el cómo me gusta, ves cómo te gusta, ¡maricón!, y te desquitarás de todo, porque sólo yo sé como te gusta, ¡crees que me importa!, diré enceguecido, cuando huyes y niegas y te burlas en provecho del deseo tuyo, porque eres el mayor y tu poder es evidente, ¿no te gusto? diré para aliviarme, ¿acaso no te gusta conmigo?, ¡no es que no te atreves! ahora no te atreves y quieres a tu mariquita lejos, entonces grito aun cuando no puedas oírme y me aprieto contra la almohada, abrumado por tus exigencias y lloro, por las noches lloro mucho después de haber sido el perfume de tus labios salivados, lloro cuando no soporto el ardor de tanto haberte permitido esos lamidos de animal meneándomela, cuando la mamá no está, y aún puedo oír tus pequeños galopes de pies descalzos y a hurtadillas cuando te escondes, me obligas al silencio, nos escondemos, habitamos una infancia de secretos, y mi madre no hace nada más que desaparecer, casi a propósito, entonces una vez más el apuro y la urgencia con que aprovechamos el tiempo de todas sus salidas y nadie parece enterarse cuando los padres salen de la casa, nadie, cuando por los pasillos me correteas y me alcanzas, y hasta te metes en mi cama, y me tocas entero, cuando por las noches aprendo a reconocer el músculo que crece y casi no cabe adentro de mi boca toda la fuerza de tu insistencia ¡cómo ardes! me gritas, me refriegas y me chupas, una y otra vez y lo hacemos todo el tiempo, y decidido me bajas los pantalones, y me sacas toda la ropa, y yo tiemblo frente a una de tus nuevas ocurrencias, duele, cómo duelen tus ojos brillantes, cuando puedo presentir tus intenciones, y me hablas de lo mucho que deseas, y tientas tus caricias suavemente, y de agitación creces y te pones violento, actúas por instinto, ¡te amaré de todas formas! dices, te atreves incluso a prometerlo, luego el horror, el dolor intenso de tu puñalada sangrándome por dentro ¡no! grito, ¡no! vuelvo a gritar y lloro y me revuelco, cuando siento tu cuerpo encajado entero desgarrando mis tejidos ¡no! vuelvo a gritar, y casi desmayo y sólo entonces abandonas y te alejas y hasta lloras, me sabes lastimado y dices que todo estará bien y me besas y me tocas, hasta que tus labios milagrosamente calman, crecemos, el ardor cede, aprendo a disfrutarlo, ¡dime si no es exquisito! gimes, ¡exquisito! repites años después, con la vulgaridad de tu sonrisa, cuando todo yo, repleto, avanzo como puedo y me arrastro cuando tú no te detienes, nunca te detienes, entonces grito que sí, que me gusta, que me gusta mucho cuando pienso que una de estas noches me harás desaparecer, cómo odio el deseo tuyo desde siempre, cómo odio la necesidad de este secreto que te apega más a mí y como un condenado te aferras, me suplicas y sé que no mientes, y sólo entonces puedo disfrutarte destruido por los gestos de mi boca exhausta de tanto aplacar tu necesidad, el sueño nos vence, me duermo, te duermes poco antes y otra vez la necesidad te agarra y otra vez furioso y medio desnudo resbalas y sobre mí jadeas jalando de mi pelo y te enciendes y te frotas, con la precariedad de mi silencio, sé que no podré escapar, porque tu imaginación fluye, porque eres el mayor, y también el de los inventos, pero ya no tengo miedo.



Fragmento de la novela
Objetos del silencio, secretos de Infancia,
De Eugenia Prado Bassi, Editorial Cuarto Propio, 2007



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Sebastián Herrera Gajardo

Cinematografía De Una Catástrofe

[El útero artificial]

ESCENA 1: NEGRO. S/T`. LA VIDA AMANECE.

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.. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. (se escucha el llanto de un recién nacido) .. .. .. .. .. ..

CORTE [1] .¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬


[1] Cada CORTE es el pestañeo del ser humano: Los parpados tienen navajas
y un parpadeo / asesina presentes.


ESCENA 2: EXTERIOR. DÍA. 6 A.M. LA CIUDAD AMANECE.

Una paloma cae muerta al suelo. CORTE. La calle está teñida de rojo: la calle es una gran herida: el mundo hiede a herida infecta.

CORTE.

ESCENA 3: INTERIOR METRO. 7.30 A.M. LA GENTE AMANECE.

El metro entra en el túnel. CORTE. Una persona se toma del pasamano. CORTE. Un feto está unido con su madre por el cordón umbilical. CORTE. El metro abre sus puertas. CORTE. La mujer abre las piernas. CORTE. El bebé nace. CORTE. La gente sale del metro. CORTE. El bebé llora. CORTE. La gente mira sus relojes.

CORTE.

ESCENA 4: EXTERIOR. DÍA. 8.30 A.M. EL CENTRO AMANECE.

Un zapato toca el suelo. CORTE. Miles de zapatos tocan el suelo. CORTE. SUBTITULO: El mundo es una gran pisotada.

CORTE.

ESCENA 5: EXTERIOR. DÍA 9 A.M. LA CIUDAD LABERINTICA.

La gente entra en las calles. CORTE. Una rata de laboratorio entra a un laberinto. CORTE. La gente camina por instinto / la vida es un acto reflejo. CORTE. La rata de laboratorio sale del laberinto. CORTE. RACCONTO: Una rata de laboratorio entra por primera vez al laberinto / la rata huele / busca / y sigue su olfato / hasta que encuentra la salida: en la salida hay un trozo de queso / en la salida hay un trozo de queso / en la salida hay un trozo de queso: la rata come el queso. CORTE. La rata de laboratorio entra por segunda vez al laberinto / la rata huele / busca / y sigue su olfato / hasta que encuentra la salida: en la salida hay un trozo de queso / en la salida hay un trozo de queso: la rata come el queso. CORTE. La rata de laboratorio entra por tercera vez al laberinto / la rata huele / busca / y sigue su olfato / hasta que encuentra la salida: en la salida hay un trozo de queso: la rata come el queso. CORTE. La rata de laboratorio entra por cuarta vez al laberinto / la rata huele / busca / y sigue su olfato / hasta que encuentra la salida: no hay queso: la rata vuelve al laberinto (LA IMAGEN RETROCEDE) encuentra la salida: no hay queso: la rata vuelve al laberinto (LA IMAGEN RETROCEDE) no hay queso: la rata vuelve al laberinto (LA IMAGEN RETROCEDE) la rata vuelve al laberinto. CORTE. TÉRMINO DEL RACCONTO. Las personas caminan tristes / algo no han encontrado: la gente entra en las calles. CORTE. Una rata de laboratorio entra a un laberinto. CORTE. La gente camina por instinto/ la vida es un acto reflejo.

CORTE.



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Marcela Saldaño

Desde el fondo de la magnífica tragedia (2003)


Del capítulo: Sobresalto


Desde el fondo de la magnífica tragedia

Los alfileres son asuntos fuera de las palabras
asuntos cotidianos como el llanto y la ceniza
la belleza suele espantar
y qué
el sol puede salir por cualquier agujero después de una borrachera
y la simplicidad puede ser un beso de nueve aristas
es así se dice que el tiempo siempre tiene las respuestas que esas sean
para los otros, para los que prefieren esperar
me bebo y me derramo
en la otra arista en el otro juego
seremos los fieles
las habitaciones son algo fuera de la noche y porqué no
también fuera de los días
la paciencia no me alcanza
siento un gran gusto por quienes no temen
por los que saben el secreto
el despropósito es el centro exacto de las cruces
un sentido de cíclope
la ternura abrazada a este juego demasiado oscuro

La profanación a escala real es el crimen merecido
por las mejillas del cierre

Un pretexto, la lluvia
una traición demasiado exquisita.





La esfinge depositada en el cutis

“El hombre necesita un dios para su debilidad
un dios para su amor.
Pero yo busco un dios para mi crimen
Para mi herejía idolátrica.”
Carlos de Rokha


Mi crimen está en esas creencias en la sonrisa entumecida y en un paisaje de imágenes rotas.
El primer mundo me vio nacer, es cierto, aunque aún no he recobrado a mi parentesco deforme y sombrío. Sin raíces me mantengo en pie. Los viejos designios son parte de los versos nocturnos, las colecciones lejos de la furia.

II

El peso de las letras, de mis brazos en las manos es el atardecer característico, anclado a la última carnicería. Retrata la caída donde los frutos intervienen en extensiones artificiales. Paraísos de ceniza sobre charcos y reflejos de saeta.

III

Todo es tan cierto los pasos ya no dejan rastro, aún no recobro ese parentesco deforme y sombrío.
El fin son los cadáveres que silban, las venas fuera de la boca. Bebo la noche al confundirme con la vigilia.
Los gestos son un sonido de epidermis, cuya profundidad se aproxima a un blanco gemido.
La tempestad se anula como un caballo que duerme.

La tormenta hace florecer al tercer sitio, sin saber pertenezco a la canción, a los libros sin nombre, a mi furia, a mi gracia,
a las manzanas doradas que robé.

Capturo al atardecer más próximo, puedo ver la mueca
los signos de crimen y muerte.

IV

Soy el vigía y la estrella deforme de esta noche. El círculo negro que se ancla en este espacio que es solo evidencia
Quiero recorrer una planicie, cuando el verbo se cae y troca los pedazos de la noche
Costilla sobre costilla paseo al cadáver
vuelvo a la evidencia, hay algo que se escapa al despropósito
hay algo que ríe
La imaginación de los pocos es la tragedia que me falta, el crimen cerca de la magnificencia, una situación de espera y cacería que logra transformar los pliegues y me entrega la sortija. La fecundidad que sea de los pocos, de la oscuridad y la estrella deforme de esta noche, un círculo negro de contenido indescifrable. La opción nula en los espéculos sagrados
La notoriedad del tiempo
Matriz rota como objeto enrarecido.





Nidos de oscuros cuervos

Innombrable eco que desde antes y después anida en los cuervos
anida en las bocas, anida en lo oculto, en lo oscuro

Aun después
ahí estará cantando de noche, cualquier noche
dejándonos más allá del tiempo, más allá del ataúd
más allá, más allá de todo

Aun cuando ya hemos olvidado
siempre estructuramos algo símil, algo que nos viste de azul y muere

Ahora somos particularmente amargos y ciegos,
cantamos despacio. Vivimos en oscuridad dejándonos sentir

Sin necesidad de oscuros cuervos, oscuras aproximaciones.

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Christian Anwandter

La insistencia


De pronto, como cuando cae
la nieve con furor y sopla
de hielo el viento intenso, tu alma,
a lo lejos, detrás del puente
que el tren como un recuerdo cruza,
confundida en la bruma angosta
que envuelve a esas viviendas de aire
parco, de pronto, digo, surge
tu alma, arrojada en el paisaje
nítido aún en la memoria.

Pero la nieve en la ventana
deshace tu mirada (curso
de espanto, jardín inundado
por inmóviles niños). Aún
es un erial nocturno el canto.

Y se humedecen poco a poco
los muros de la casa. Crecen,
acumulando arena y rosas,
regiones de agua ambigua bajo
sus bordes. Acá nunca quise
-soñé en decir más tarde- el muslo
del sol detrás del ir veloz
de estas nubes que ves partir
hacia otro bosque. No nos queda
nada. La nieve nos descubre.


La memoria del sol

Yo nunca descarté
besar el muslo amargo. Aun cuando veía
el vaho en la ventana tocar quise
tu cuerpo. Qué importaba que las calles
de nieve se cubrieran y que blanca
la aldea se perdiera en el silencio
intacto del invierno. Qué importaba
que el súbito derrame nos dejara
cerca insoportablemente
o que permaneciera el cielo siempre
inmóvil y que no encontráramos
en la neutralidad de las estrellas
un refugio.


de Para un cuerpo perdido (ediciones tácitas.2008)

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Malú Urriola


De Bracea, LOM Ediciones, 2007


Mi hermana y yo

Para que nada nos amarre,
que no nos una nada.
Neruda



Mi hermana y yo siempre estuvimos unidas.
Era lógico para mí estar a su lado.
Una era parte de la otra.
Jamás pensamos en separarnos hasta que mi hermana me dijo que le había escuchado a nuestro padre entre sollozos, decir que éramos un monstruo.
Entonces lo pensé. Somos un mounstruo.

Arrastramos nuestros bototos hasta el cajón de las fotos. Y nos pusimos a observarlas.
La anterior es cuando estábamos por cumplir un año.
Ésta fue tomada el año pasado. Una tarde que nuestro padre llegó tarareando un bolero de los Cuatro cuartos, y quiso tener un recuerdo de nosotras.

Mi padre decía que mi hermana era dueña de nuestro corazón, porque es la que siempre sonríe en las fotografías.

Yo soy india. Creo que el clic de la cámara me roba algo que no alcanzo a definir.
Lo que siento, pienso, recuerdo, duelo, gozo, en ése momento exacto quedará plasmado en un papel. Una parte mía quedará cautiva para siempre.

No la borroneará el recuerdo, ni la deformará el olvido.


-

Tal vez las palabras puedan librarse y salir braceando como un centenar de mariposas de colores, negras, y azules, dispersándose en el aire, liberadas de esta jaula infame.

-

Cada vez que alguien sueña nace una oruga.
Cuando el sueño se realiza, la oruga renace convertida mariposa.
Y dependiendo del color, hablará sobre el sueño concedido para luego morir.
Son la constatación bella y fugaz de un sueño, dijo mi madre.
Es como el fulgor. Por eso refulgen las palabras que nadie mira, contestó mi otra madre.

-


Yo no sé qué sueño. Sueño menos que mi hermana.
Yo no creo en las cosas que cree mi hermana. Ella se evade de ser un monstruo. Yo no.
Las estrellas me recuerdan todas las noches que despertaré, y cuando no estén brillando
se burlarán de nosotras en el pueblo.

-

acá un video arte, a propósito de estos poemas, realizado por Carolina Tironi:

http://es.youtube.com/watch?v=ZHNlSoztGsE



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Rodrigo Olavarría

ALAMEDA TRAS LAS REJAS

“I'll tell you why I don't want to know where you are”
Elliott Smith


En las mañanas ciertos recuerdos me visitan,
estaciones en que estoy situado mediante drogas
que lento alivianan los golpes en las sienes
y en el corazón también trabajan, pero lento.
Con las extremidades cubiertas de ceniza
vas por la alameda y miras las veredas rotas
miedoso del agua que reniega de si en la boca.
Me limpio de pesadillas con la dosis dentro,
he dicho: muertas las colecciones de brazos,
el amor es el exilio con esporádicas postales del país.
No tengo ya la convicción de esta huida.


QUEVEDOS

En vos llamé rubí lo que mi abuelo llamara labio y jeta chupadora
En vos No llamo páramo encendido lo que pertenece a mi memoria.
En vos llamé rubí lo que mi abuelo llamara labio y jeta chupadora.
No se cómo mi hermano llama lo que en vos llamé agua que me toca con los ojos cerrados.
En vos llamé rubí lo que mi abuelo llamara labio y jeta chupadora.
Tampoco se cómo mi padre llama lo que en vos llamé caligrama de las aguas flexibles.
En vos llamé rubí lo que mi abuelo llamara labio y jeta chupadora.
Menos aun sé cómo mi abuelo llamó lo que en vos llamé oscuridad con puñales erguidos.
En vos llamé rubí lo que mi abuelo llamara labio y jeta chupadora.



SIETE PROGRAMAS HÍPICOS

I

Por estas ventanas veo desiguales bandadas
Que salen de las bocas de ciertos transeúntes
Que cuelgan sus bastones en los árboles
Los había visto antes pero hoy es distinto
Se escucha la lenta sangre en sus piernas
Si patean las piras mojadas por la lluvia
Todos piden ser enterrados de rodillas
No creo que se pueda relevar a los hijos
Ni siquiera a las perras de ojos claros
Que venden pimienta en las esquinas
No adiviné los aullidos de la lavadora
Pero conozco un animal de lengua negra
Y dientes parchados de odio y granizo
Por estas ventanas veo repetidos suicidios
Demasiadas salidas para cualquiera veo

II


Permanencia de la ceguera a estas horas
Por ojos apostados a lámparas y árboles
Vimos todo lo que había en esos distritos
Y en verdad no eran más que pechos vacantes
Silencios con nada que gritar en toda la noche
Ninguno supo del espacio que se estiraba
Como si no fuéramos ciegos a estas horas
Tendidos en la cama con el aire o solos
Mientras se enumeran las horas en la ventana
Y la ventilación habla por teléfono conmigo
Tengo hojas llenas de códigos para una mujer
No retengo su intención ni significado
Detrás de los teléfonos veo más que un asesino
Con los belfos apretados en horas como esta

III


Quietud sin nombre ni apariencia desmenuzada
Donde se acoge el silencio trizado por una mano
Con algún motivo que no recuerda la higiene
Ni hoy día que los minutos tardan ajenos al agua
Y las horas asoman llorando del horno vacías
Hacia los relojes donde duermen las alineaciones
De días como este en que salgo para percibirme
Conmigo en horas que salen de los relojes y fuman
Se miran en espejos y se les revela que son putas
Golpean el suelo con el pie mientras llega el minuto
Que es el chulo de los relojes chulos de oro rojo

IV


Mi nombre late sobre el suelo es un pértiga
Tu nombre está afuera y llama por teléfono
Fuera de las nociones corporativas del sentimiento
Porque yo no tengo ningún sentimiento por ti
Los sentimientos suponen la ausencia de todo
Si existes pienso que resistiría por tus manos
Este cuchillo que tengo dice que no debes morir
Porque estás lejos de la imagen que tengo de ti
Y yo tan solo en esta situación con pájaros
Tan pero tan lejos en mi escéptica virilidad
Con mi cangrejo que piensa en lo que ocurre
Y lo transcribe a veces sin mucha convicción

V


Salas en las entrañas del liceo republicano
Repetido vaciamiento de córneas mal entendidas
Parto yo a verte con un cuaderno lleno de palotes
El uniforme definitivamente quemado por mí
Un conejo parsimonioso que se busca en tu olor
En la risible velada de copas que no comprenden
Lo revelado por estos orificios en otras lenguas
Que colgados de la garúa iremos al colegio secos
Bajo el rumor de los devocionarios cerrados a ti
Calle abajo sin ventanas hasta la casa en llamas
En que la juventud de la madre aprovecha al hijo
Llegado al pupitre que se baña en un salmo repetido
Traigo ojos leales a esa efigie dejada por el verano
Que eres tú saturada de membranas y ligamentos
Sentada en la terraza para franquear la hoguera
Piensas roer la bifurcación la manzana el azogue
Donde concurren el campo y la ciudad entendida
Como mecanismos de realidad fraccionada
Salones de clases y camas abiertas a las profesoras


EL CASO OBLICUO

I

Involucrado en una subversión visible
En catálogos de lamparistas ciegos
No quisiera ser visto a la luz
Ni con los ojos volcados fuera
Es trágica la situación del oxígeno
Los pies risibles están a la vista
El corazón se está perdiendo

II


Estoy tan cerca del mar que no puedo verlo
Y todo se articula en esta mudanza de la carne
Este fijar formas y límites
No sé donde el pecho guarda su sitio
Seguro lejos de aquí y el reino de agua
Más allá de las algalias y los rostros aparecidos
En todos sitios mi apariencia puede acodarse
Y saludar compradores de tabaco
Dormir solo o con el animal de huesos rojos
Abusar de la simetría de pequeñas celdas de carne
Por siete años buscar el ojo al gato
Encontrar nada y seguir creyendo
Y pensar en un cuchillo sin mango ni filo
Bajo una luz de neón en el barrio de los matarifes
Yo creo en el ruido de tacos que pasa fuera de mi ventana
Yo creo en la respiración de los que se buscan en la calle
Y se preguntan lo obvio y luego entran por sus bocas
Y todo es agravado por perros a los que arrojamos el corazón
Ellos son el motivo del hambre que se repite

III


Y nada es deshacerse finalmente
Un ojo en combustión gravita lento
Y observa las diferencias en la luz
Yo soy el ejemplo de la fijación
Del tiempo establecido en la sombra
Que en mi corazón gira inanimado
Como un organismo nocturno y ciego
Lento me hice acreedor de sus manos
Volvió y dejó caer su cabeza en mí
Simulación de un tiempo concentrado
Al que prestaré oídos por primera vez

IV


Sus manos perfumadas de melena
Preguntan cuantos muebles tiene la locura
Yo observo una lentejuela escarlata desprendida
El fallo inesperado de la niña que duerme conmigo
Y me propina un odio ancho y ventisquero
Mi caballo de amanecer lento y luz escasa
Observa el insomnio y el deterioro en los objetos
Mastica la partitura verde del odio en los balcones
La ráfaga que sube desde la edad por los pilares del edificio
Estoy por la muerte pero resisto por sus manos
Recibo una oleosa somnolencia con libros y cuchillos
Desde que la amo todos los miércoles son tristes
Lo sé desde que escucho el primer motor en la calle


LANDA & LEVA

I

Ella parecía esperarlo desde siempre o no
Como si estuviese sexuada sólo desde ayer
Una deliciosa criatura vulnerable sólo a él
Un cuerpo que sólo reaccionaba a sus manos

Entonces todo se revelaba como lo que era
Decir un par de frases no sentidas del todo
Medias verdades de pronto generalizadas
Un enfermedad declarada en mitad del día
Y una fiebre que a la noche no deja dormir
Certezas recalcadas por pájaros en la noche

Entonces el amor y lo que lo rodea es esto
Convenciones y definiciones para huirse
Hundir la mano en una masa brillante y negar
Un cuerpo es un cuerpo y el amor no está ahí.



II

Yo podría decirte que si, que las piñas y el café
Pero soy una muesca más en el muro de tu cárcel
Porque sobran los poemas y las primeras veces
Como palabras de amor que conoces de sobra

Cazados por una misma luz esto es un amago
Cantos de aves y mi voz en viejas grabadoras
Choques que no logran interrumpir tus orgasmos
En quizás qué cama o el asiento de tu bicicleta.



III

A la salida del precolombino nos vamos a la cama
Dices hoy pasé siete horas restaurando un quipú
Y por tus ojos sé que eres capaz de mucho más
Que eres el terror con caderas y rizos y piernas
Humedales donde los pájaros cantamos de noche
Donde me encuentras me besas rápido y te vas
Tú sabes que no importa que conmigo es eso
Y no sabes que viviría una vida con cada mujer
Para verlas, preñarlas y criar con ellas y morirme
Tengo este vacío y una ecuación que lo explica
Equis es igual a algo que no quiero comprender.





IV

Mi cosificado, alienado y consumista corazón
Adelantado en la noche con cantos de pájaros
Espectro que sueñas con coca cola y caderas
Preguntas por cosas como el amor y el hambre

Sabes que te odio y te conozco desde siempre
Folklore individual con instrumentos sensibles
Mi fantasma familiar y mi manta de castilla



V

Sabes que tengo las palabras que te invaden
Y promesas para cumplir una tras otra o no
Cine en blanco y negro, mudo y metafísico
Cine a todo color, casi mudo y algo realista
Cine en blanco y negro, sonoro y de guerrilla
Cine en colores opacos, mudo y algo abstracto
Cine en blanco y negro con ovnis de cartón
Y las demás variables de sábado por la tarde.



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Raúl Zurita




Anteparaíso

III

Allá va la que fue mi amor, qué más podría decirle
si ya ni mis gemidos conmueven
a la que ayer arrastraba su espalda por las piedras.
Pero hasta las cenizas recuerdan cuando no era
nadie y aún están los muros contra los que llorando
aplastaba su cara mientras al verla
la gente se decía "Vámonos por otro lado"
y hacían un recodo sólo para no pasar cerca de ella
pero yo reparé en ti,
sólo yo me compadecí de esos harapos
y te limpié las llagas y te tapé, contigo hice agua
de las piedras para que nos laváramos
y el mismo cielo fue una fiesta cuando te regalé
los vestidos más lindos para que la gente te respetára.


Ahora caminas por las calles como si nada de esto
hubiese en verdad sucedido
ofreciéndote al primero que pase
Pero yo no me olvido
de cuando hacían un recodo para no verte
y aun tiemblo de ira ante quienes riendo te decían
"ponte de espalda" y tu espalda se hacía un camino
por donde pasaba la gente
Pero porque tampoco me olvido del color del pasto
cuando me querías ni del azul
del cielo acompañando tu vestido nuevo
perdonaré tus devaneos
Apartaré de ti mi rabia y rencor
y si te encuentro nuevamente, en ti me iré amando
incluso a tus malditos cabrones.

Cuando vuelvas a quererme
y arrepentida los recuerdos se te hayan hecho ácido
deshaciendo las cadenas de tu cuello
y corras emocionada a abrazarme
y Chile se ilumine y los pastos relumbren.



Los nuevos pueblos


Y era tu cara el borde de estos cielos,
el manto mío de las estrellas.
Al mirar hacia arriba no vi nada
sino tu permanencia, las pinturas
de tu rostro, la deriva de tus antepasados
inundando las altas nubes. Esos
son los ríos que se abren.
En otro tiempo fuimos encontrados
y ya vivimos en las primeras células,
en los abismos de los mares,
en las primitivas danzas que el asombro
le ofreció al fuego.

Por eso somos ríos que se abren,
brazos, cauces, torrentes arrojados
de un agua única y primigenia
Nada se diferencia de lo que somos
y nada de lo que es está fuera de
nosotros.
Tú resumes las viejas tribus, las
cacerías,
los primeros valles sembrados
y mi sed recoge en ti toda la saga de

este mundo. No son mitos,
el mito es la mentira:
que sólo existimos una vez,
que cada uno es sólo uno.
Todos viven en ti y tú vives.
Las olas del tiempo inmemorial
y las estrellas.
Oh sí manto mío de mis estrellas;
la noche te habla antes de sucumbir
al día, las grandes batallas perdidas,
el pasto de los antiguos clanes y de las
tribus
remontando por nuestros cursos el
corazón
de los caminos del corazón y tus
tocadas praderas.



Inscripción 178


Te hablan ahora las rompientes de tu vida
Te cuentan de las falsas Itacas,
del naufragio en costas remotas
de tu cansancio doblándote hacia las olas
Te dicen que más allá está el final
de la tierra
que allí el mar se derrumba, que tu mar
amado se derrumba y que los barcos
nunca han vuelto
Te hablan en tu propia noche los temores

Que suenen entonces como algo que se
despierta estos poemas
como algo que está en tí, como algo que cruce el
mar y se despierta.


EL DESIERTO DE ATACAMA IV



I. El Desierto de Atacama son puros pastizales
II. Miren a esas ovejas correr sobre los pastizales del desierto
III. Miren a sus mismos sueños balar allá sobre esas pampas infinitas
IV. Y si no se escucha a las ovejas balar en el Desierto de Atacama nosotros somos entonces los pastizales de Chile para que en todo el espacio en todo el mundo en toda la patria se escuche ahora el balar de nuestras propias almas sobre esos desolados desiertos miserables



EL DESIERTO DE ATACAMA V



Di tú del silbar de Atacama
el viento borra como nieve
el color de esa llanura

I. El Desierto de Atacama sobrevoló infinidades de desiertos para estar allí
II. Como el viento siéntanlo silbando pasar entre el follaje de los árboles
III. Mirénlo transparentarse allá lejos y sólo acompañado por el viento
IV. Pero cuidado: porque si al final el Desierto de Atacama no estuviese donde debiera estar el mundo entero comenzaría a silbar entre el follaje de los árboles y nosotros nos veríamos entonces en el mismísimo nunca transparentes silbantes en el viento tragándonos el color de esta pampa.

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Begoña Ugalde

La Virgen de Las Antenas
(fragmento)



Vino mi madre a verme; estuvo sentada aquí a mi lado, y por primera vez en nuestra vida, fuimos dos hermanas que hablamos en tremendo trance.

Palpó con temblor mi vientre y descubrió delicadamente mi pecho. Y al contacto de sus manos me pareció que se entreabrían con suavidad de hojas mis entrañas y que a mi seno subía la onda láctea.

Enrojecida, llena de confusión, le hablé de mis dolores y del miedo de mi carne; caí sobre su pecho; ¡y volví a ser de nuevo una niña pequeña que sollozó en sus brazos del terror de la vida!


(Evocación a la Madre, Gabriela Mistral)

...



I.Plegarias de mañana


Primera oración

Te pido
sin darme cuenta
cuando despierto como nudo ciego
Virgen de las Antenas
que haces el milagro misterioso
de mirar sin ojos
a los que tienen rostro cansado
Levántame
con tu mano blanca
para poder andar
por estas calles tuyas
para cuidar al niño
con ojos semicerrados
Y perdona la mentira piadosa
de andar cargando
sobre los hombros
un camino inexacto.



Virgencita Montaña

La montaña
virgen blanca
derretida está
por el calor
que emanamos otros días
en el intento
por tocar
su blancura ida,
por raspar
nuestras caras
con las manchas
del deshielo.




2.
De asfalto es la virgen
de lamentos la calle el pavimento
oraciones murmuradas de cara al piso
cabeza perdida en un retumbe
que va del cielo al suelo
del suelo al suelo.



3.
Yo te dije mamá la montaña,
tiene unos pliegues que no se pueden ver bien con estos ojos.
Tú me dijiste así es la virgen hija,
toda pliegue cerrado
Nunca tocada
por dentro.



4.
Mi refrigerador congela en exceso
y la comida adentro hace un camino blanco
cómo la cordillera escarchada
hecha a mi medida.


5.
Espero el verano mamá,
para que se derrita por fin esta nieve
que me tiene la mandíbula cerrada.
Que se deshaga el nudo blanco nudo duro.
Para quede una tierra negra mojada para hundir
pies y manos
así resbalar, lamer las piedras.


6.

Mientras el frío
le ruego a la virgen
que si es tan buena y generosa
porqué no viene hasta acá y me regala
ese corazón de piedra blanco tan lindo
que compró en el extranjero.



Es que quiero a veces
de ese material que no le pesa nada encima,
menos el sol y lo que cubre el sol.
Ese material distante todo
de cuidados.
Y flores plásticas a mis pies,
ausente la carne de quejidos.
Revestida de pintura blanca.
La cara insolente.
El corazón duro.




I. Plegarias de Noche



Como un manto blanco la virgen embarazada,
nos sujeta en la noche que se asfixia de gritos
sin sentir murciélagos
mordiéndole los pies.



Nos vamos a quemar con fuego azul
Para que mañana no sea mañana,
sea nunca.


La Virgen de las Antenas



El problema de la Virgen es que la iluminan
antenas
con unas luces rojas que asustan.
El problema de la Virgen es que se acerca
demasiado pálida
a tocar mi puerta una noche
y sin olor.



Sendero Luminoso


1.

Te pedí virgencita
que no soltaras mi mano
que me dieras de tu agua bendita
para calmar esta sed.
Que si no voy a tomarme un resto,
deshacerme en ruedos,
romperme en ruido.


2.

Tomé el último metro
el último bus
el último camino de tierra que se dibujaba
en la noche de las prohibiciones,
tomaste mi mano
fuimos hasta los rosales
me arrodillé ante ti
para saludar el ocaso
cantando
sin despegar
del paladar la lengua.


3.

Al amanecer sueño con riscos,
con tus dientes
en mi dientes.
Viene de nuevo el vértigo


4.

Quise traerte hasta aquí
para mostrarte
cómo puedo adentro de tu pecho
meter mi mano manchada
Para tocar
los bordes de tu corazón sagrado.
Así regalarte un camino
bordado hacia abajo.


5

En la oscuridad de la pieza
con hilos blancos, azules y lentejuelas
hicimos el trazado de lo que no seremos
el uno en el otro.
Yo bordé un corazón rojo sobre tu pecho
y el pedazo de montaña
donde me gustaría deshacerte.
Tú amarraste a mi muñeca
algunas hebras rotas
y un botón dorado reconocernos
luego del temblor.

6.
Salto la quebrada
midiendo con ojos cerrados
distancias entre piedras y piedras
incendiadas hace miles de años.

Tras el golpe al suelo
no se aprecia ya en mis rasguños
tu mordida.

Entonces aprendo la montaña,
vuelvo a casa.

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Pedro Montealegre


La imagen en el aire de un cometa: ¿es el aire? Ah, la estupidez del oxígeno, el
hidrógeno.
El volantín de Luis le rebanó su meñique: aquello: tan real. La pesadilla de la sangre.
Fue la sangre belleza. Todo era bueno, inclusive morir. Matar: por ejemplo, una vez, saliste
a jugar al porche. ¿Luis existió? Sí, fue real. Pero ahora el rojo es figura geométrica
–una constante estadística–, un poliedro adjetivo (a todo acompaña). Me rebané el dedo:
fue el hilo de mi volantín: aún me quedan nueve. Lo que me interesa de la palabra:
su pulmón y su talla: ya no me digas que vienes del barro. Se sabe tu interés. Un poema de
amor.
A ver: ¿cuánto mide un poema de amor? La magnitud de su estrella, igual a ese grito:
el hilo curado cercenando la carne: polvo de vidrio: sinónimo de Poder es un vidrio entero:
se refracciona la luz, pero la lágrima del negro se llama luz. A través de la claridad
te diré mi nombre. Tengo uno. Otro. ¿Un insectario completísimo?, ¿las alas de la Danaus,
la cara de un solo? Ni de calles ni vuelos –una mariposa abisinia– me hables: esta gramática,
el aleteo de una mariposa sobre el glande –negación– descifrar: qué detrás, persuadir al
conserje:
ve, dímelo ahora: ¿una figurilla de barro pondría Dios en el horno? Hubo estetización
proveniente del grito: Luis gritó: tú gritaste: fue la sangre escritura y la escritura fue horror:
La imagen en el aire de un cometa: ¿es el aire? En mi pueblo, volantín: la estupidez de pasar:
Ah, la estupidez del oxígeno, el hidrógeno: átomos escudados en transparencia, ¿quién hiere?
La niñez: qué dices: digo un laboratorio donde se ensaya el habla. Yo te hablo a ti.
Tu poder consiste en domesticar un grillo. Yo tenía poder, pero la revolución del grillo
consiste en el salto: sí, fue real: no, no lo fue: amigo Luis, con tu rojo, y tu cometa hacia el
miedo.
Mi estética es ver. ¿Una lucha muy gélida? Caída de ventisquero: sangre del papel llamada
nieve.

-

ACUDEN A oscuras, niño de cloro, mujeres –el mismo salfumán de las estrellas–
bordados en adoquín. Su destino, el contenedor. Los chicos con sarna
en éxtasis definen: Tetragramaton, trinitaria –se les pinchan los ojos
con aguja –no pestañean–: van dentro, van dentro. Gorriones encerrados
en una pecera sucia: nada para nadie. La calle es así, un desfile: luz,
para qué esta luz, para qué este grifo, está seco –se gira, se escucha agh,
un condenado ahogándose en su horca. Agh. Su destino, el contenedor.
Estudiantes, paro, par de botellas. Oro. Miccionan oro, llenan el vidrio;
combustible. Verbo. Molotov del ángel: acto poético –revolución– locuacidad
del guanaco. Escupe –su belleza– plagas, un dedo sale de un dedo.
De él surge otro dedo. Le dice tú. Le dice eso. Dice esto no. Esto es un vidrio,
un beso sobre él, huella digital –interceptarla con polvito, luz ultravioleta.
Yo tengo una violeta –la chica escolar habla: cruza la avenida. Lucha y Letra.
Lucha –el chico–; el camposanto –letra. Dice: en mi ojo hay una violeta.
Agh. Agh, dice el gato muerto –ese chico lo humilla. Placer. Mugir. Pacer o decir.
Su destino –pacer– el contenedor –decir–. Su destino. Tapa. Inmundicia es la rosa.
De noche el camión eleva el polígono. La poesía al contenedor –rosa o raza–,
directa al apéndice –esa ballena –tapa– con ruedas, sirena, ara con ruedas
que dice pip, pip. He llegado aquí –pesadilla de chicos como gomas de mascar.
Le dice voy. Le dice allá. El cloro dice blanco, y no es eso: es esto.

*

Con un compás he llegado. Un rape o un pez gallo extendido en el compás.
Un signo redondo –una estrella de David inscrita en su centro. En su centro, no:
quien va a callar metiéndose un camaleón entero en su boca. El arte es así.
El hueco. Así. Uno lo imagina en el centro del pecho. Late el forado,
no una bolsa de agua caliente, esas de goma para calentar la cama. En la cama, yo
tuve un hijo, una letra, pero hizo schhht con su dedo, la casa de Platón,
el negativo de su boca. Ya no hay realidad, sino un montón de fotogramas.
La niña burguesa, el hámster en su rueda, vía láctea, ula hop, margarita en el barro.
Yo giro, y el cine de esto es ir. Tú giras, y el cine de esto es la luna,
no un plato de leche para beberla fría. Él gira, y el cine de esto es la noria,
el carrusel –es feto–, el agujero en la sien de un chico. Paf. El cine de esto
es morir, una avispa al cazarla y morir. Paf. Pero no. No es eso. Échate
arroz en el zapato y di yo me quedo. Péinate con raya y di: no me mueve
ni el cordón de mi madre siempre limpio. Siempre limpio. Las cajeras del
supermercado se pintan la línea de las cejas, la línea de los labios. Sus trazos son
cuerdas y dicen: yo no me voy de aquí; ándate tú, que estoy anudada.
Tengo trabajo. Suspira: uf, uf. Tengo trabajo dice el desaparecido –hay tierra encima
y no logro salir. Tengo trabajo y he llegado aquí: mi compás y un pez
extendido entre puntas. He llegado y la pesadilla es una sopa de letras
–una boca hace uf, y se enfría. Es un muerto –se enfría– y el vivo que suda un tic-tac.





MATERIA ESPECTRAL, la langosta y su merienda: tallo de trigo el banquete del sol,
el ojo que lo observa –milenario ojo del crótalo–. Te debo la pérdida,
la ganancia, el barro nutritivo de la voz, el gameto, el sencillo huir del poema
por los sépalos de la buganvilla. Pero no nos ataba esto. Teníamos suficiente
óxido y moho, hollín de sartenes para pintarnos de sioux. La guerra de ser
siempre malo y tú bueno. Dos son dos: Cronos / Zeus: no chicos besándose
contra el vapor de los saunas. Gracias al miedo que he elegido y me quitas.
A ti te debo el salpullido, la calle pegajosa como lengua de camaleón.
Estoy aquí, entre las fauces de la venus atrapamoscas. Dientes, cada día. Dos
tapas de libro cerrándose contra el índice. ¿Manos de qué? Dedo de apóstol
haciendo agujero, tumba para respirar, no boca, espacio desprovisto de ángel.
Gracias a ti, la turba, la fuga, la insidia, el golpe bajo, golpe del terrón sobre
la taza de té. No se compara al devenir, vernos sin vernos, nada simple
que nos besa, atadura escrita con limón, llama del día que revela la sed,
y el ser, y el signo: espanto la canción, amoniaco la melodía, lejía la letra
que más sabe de ti. Gracias a ti, el Talmud, el Corán. Yo que no leo, vi
al analfabeto frente al vórtice, el espejo iluminando las pestañas de los ciegos.

*

No se sabe qué está escrito y qué está imaginado. Te doy la urea, el sol que uno
orina en los buzones –es de noche. Levanto una ceja al tiempo
que bajo la otra, un paréntesis para nadie, lleno en rumor y no de él: una piscina
reflejando la luna –los garrapatas del bóxer son corcheas, pentagrama
su vientre de cachorro. No es ésa nuestra música, Manuel. Las avispas
roedoras de carne saben bien qué somos. Y de regreso, el frío es un regalo. Yo
te lo doy –dientes de hielo–. La rana congelada en un cubito resiste: el invierno es
un ojo abierto a su paso. Pero no muere; salta, el sonido del agua
como dijo Basho. Pero hay Levante. De regreso a la ciudad, la canícula, los
rostros –la guerra– merman, escinden: rotos en la imagen, sólo hablamos de esto.
Y está mal. Está mal. Pero traducimos así: ese eje de polígono
fue un tercero innominado, figura entre muerte y paleta de caramelo,
no explicable con lo escrito –lo imaginado no. Nos damos lo tercero
cuando hay alba, grafito ennegreciendo las uñas, purpurina en el cielo.
Se parten nueces al estirar las cervicales: el regalo no sirve, la columna se encorva
al telefonear al infinito. Y no. Y no. Los niños, no. Nadie en la ventana.
Piedras responden. Y el beso sabe a pómez; el agua a piedra. Bombas en
tu jeta de alevín: cerezas podridas, carbón, orugas, pañales sucios
con pólvora en mis branquias. Te doy el dilema, ¿lirio?, ¿lágrima? Nos vemos, Manuel,
con púas y no esto. El estío, ¿qué es él, sino una ruta al hastío? Un vilano es un ojo
y tú quieres soplar. La eclosión de parásitos rosados –su entrega
al mascarnos la voz. Ese es nuestro acuerdo, dos chicos que harán felices a las moscas.





TE DEJO LA TESITURA DE la calle, me refiero a su énfasis,
digo su filamento de calle dolida, como si fuera la mano
estirada de un ciego. Arqueología es el paso –la huella, numismática,
bifrontismo, el ventrílocuo –su verdadero diente–, ¿qué es?
–la pisada un sello, y es así: el aeroplano bimotor se abalanza
sobre la herida de Apolo –digo ésta, la herida del muchacho,
–su incompleta mirada– hablamos de mentiras y el avión se abalanza.
No la balanza, la carta de la justicia –el tarot, la rueda
rota del decir, porque las palmeras alineadas de la avenida son fósforos,
y tu bonanza es ésa: recordar los bosques, mugre de perros
donde crecen árboles, un enfermo terminal diciéndole al tronco:
luces imperecedero, es sabia y no es savia la ronda. Uno extiende
la mano y recibe el mismo hueso de uno. Uno extiende
la mano de hueso y recibe un ámbar –adentro del ámbar
un excremento de perro. Te dejo la tesitura de la calle, una partitura
de música. Digo: su ciencia de calle trazada, el dibujo
geométrico, varilla de castigo –el asesinado: matemática hostil:
cada punto del rostro corresponde a un féretro, el gemido es lumen,
–la selva que vi cabía en bolsas de esporas: el helecho. Un helecho
es el rostro –gime, con lluvia agria es lavado, lo menos, lo más
asesinado –un indio sin nombre– ética y entropía de la distorsión.

*

Cada tajo del cutis, mismo desierto de Nazca. Lo árido
es combativo con sed. No se hibrida el celacanto –la pescadería–, ni
menos como salamandra –el hipocampo es incógnita. El ornitorrinco
va de un poema a otro. Con salto, pasamos de la ciudad al recuerdo
sin abejas del bosque. No digo el cliché, selva, cemento,
fragmento, cuadro sin luz de Mondrian. Puntos de fuga. Ya hartos están
de Puerto Varas, Valencia. Pero cuando el ojo supura
se puede hablar de mirada. Te dejo la tesitura de la calle, su
línea de autobuses rojos y amarillos, la bandera del país,
la sinrazón –implosión, explosión. País. País. Llenos de arcángeles los
chicos de la discoteca, llenos de tronos –legiones, cuerpos celestes, abejas
o granos de sésamo. Es mentira lo uno. La revista de novedades
–un mercadillo hippie– barrios antiguos reformándose de a poco.
Los nuevos vecinos dicen, ¿qué? o, ¡hay estrellas! Es mentira lo uno.
Donde haya un cartel de 1920 habita lo desvaído. La huella es
filatelia, carta astral, bolo alimenticio. Arqueología de calle,
–tal vez teología– dios mismo dice: no hay dios sin diez. Hambre, Belleza
consignadas al hígado. Un obrero es obrero, las niñas góticas,
las niñas lavadas que comen violetas, los chicos inmigrantes
–rayando la pared con aerosol– vibran, hacen luz –son el sol.
Los chicos en monopatines, ¿a qué cielo volarán? Serán el cielo
cuando estiren los brazos y las migas de pan aferradas a sus bolsillos
articulen las galaxias que esperamos ver. La ética de contarlas.





UNA MENTIRA APARECE, ladrona de la manzana dorada, higos, hijos, más
imágenes: chicos recogen la superficie del agua –el bajo cero irrumpía–,
señoras rubias, un casco rubio, una bola de helado de vainilla el pelo, barren y
se barren o no, no dejan pistas en suelo, sombra no, boleta de autobús no, palo de
chupachups no, barrido todo, nombrado todo. Una mentira –corre tú, la cortina, luz
definiendo el aire –no al revés– problemas de traducción: bona nit, siga el nom de la nit.
La pauta de pólvora a través de persianas, píxeles blancos: afuera, una moto
pasa, aserra –si el ruido fuera animal sería cocodrilo– y qué ruido eres tú: soy ruido ñu,
soy ruido mosca, el ruido treile, el aguilucho con su larga I latina. Dylan Thomas, el gato,
tiene ruido Manuel, tiene ruido Pedro. Dice: tengo hambre con Miau. O Ñau.
Pero cuando zumba el evangelio, el chorro de tinta que echa la sepia, digo: esto,
televisión, realidad, periódico: subjetivo es lo otro –múltiplo–, cuando, Manuel (Miau),
pones hilo en el ojo de las cosas. O cuando, Pedro (Ñau), clavas la aguja y dices AY:
Léase Ay: frío, hay hielo en la superficie del ojo. Hay niños pijos; han quemado
a una mendiga y dicen: Ay, no sabía que iba a arder . Léase Ay: asesinato y arder.
Televisión. Periódicos. Qué son ante ellos un ramo de ortigas. El debate: las estrellas
sin nombre –o mentidas– propiedad del espectáculo. Piso Cueva Santa: natividad
del 2005. Una mentira aparece: nos equilibramos en la punta de un trozo de hombre.
Podrían ser los cercenados testículos de Dylan. Leemos a Marx, Manuel. ¿Qué
significa hoy día leer a Marx? Pienso en Chile: el Teatro de la Lupe cuando, piel, canta:
falsedad bien ensayada, estudiado simulacro.¡Lo dice Frederic Jameson! Risa: luego,
la crónica interminable de Enrique Falcón. Los pobres escriben en dos tipos de papel:
en barro y en sangre. Cómo tienes cara, pétreo y Pedro, de detenerte aquí.

*

Cómo tienes cara de ver en luz, fluorescencia de muerto. El extrarradio de ciudad
–no el Radio de madame Curie– también visible con ojos cerrados.
Radioactividad del grillo –nueve años, pelo corteza de castaña– lo adivinabas tornasol
por su sola velocidad. Pero otra cosa sangra: otra edad pretende ocupar el espacio
anodino. ¿Hay ventana? Militamos –¡oh, agujero imperceptible!– la voz: voz, qué
dices tú de esto: A) Un sobrino, 16 años, asimetría –juego virtual–: decoración
de lo real. Beneficio: ala de drosófila por una sola imagen: espectáculo. Espéculo:
espejo rancio del decir, no puedes tu plusvalía, 16 años el sobrino: inmaculado el
gorrión entre bytes, sin lenguaje, velocidad –llenar el vaso, sí. Punto B), historia:
duelen muertos –vergüenza: ¿sin enterrar?– qué haces tú, con tu tatuaje, inflando
tu cuerpo de aserrín. Calle: autobús a Manises amarillo, Avenida del Cid –no aludimos
la Alameda santiaguina, lejos Chile –poetas y juegos de pantomima –egos
y geas de qué– fundadores de qué: Pedrito y el lobo. ¡Viene el Lobo! ¡Viene!.
¿Hay razón en devorar uñas o chupar el pistilo? Qué dices de esto, mundo (o nexo):
un desaparecido ya ni habla por la costra. Poema, qué dices: carta del loco. Lis
a medio salir (alga o algo, tirado en arena: es ciudad: no hay arena: ventana de
Manuel, política local, discursos –Fénix o loicas–, alimento de sujetos; Revolución
de hélice y no otra. Una mentira aparece, mientras doblamos, dobleces –somos de
propiedad pirata, doblones– regios de azoteas, extractores de vapor, antenas
captando la pulga, sujetos al vagabundo, ver: mirada menos mirada, igual
paso suyo, dirección hacia nada –un higo– sujetos al devenir, ciegos, zafios.
¿Se define el hartazgo?, ¿qué es lo traslúcido? Hijo muerto, hijo pobre –ahora sudas,
calle de Manises, y nada significa. Este texto –su lógica– para una gota de
barro, bilis: ojo de perro dañado, menos. El ahogado es cara y menos siempre es menos.





VES LA CIUDAD: yo vi –la ciudad– un bulbo abierto por la espada de un ángel –viste la ciudad
revuelta en su caldo– es mi Arte mi Caldo –viste la aspereza cutánea de sus calles –el ladrido allí
restableciendo la movilidad –ventanas blancas que se abren –falsas niñas que se asoman –hombres allí
desapareciendo en el aire, la canícula densa abanicada contra el muro. Yo también soy muro. ¿Y
usted, allí
podría asegurar: mi extensión es la misma? Resulta que la muerte es idéntica al plano.
Una ciudad vendida, transada, mercantilizada –¿Con qué?– con oropel –con beso –ciudad
labrada en espuma, repujada en cuero, marroquineros celestes apartando el calor, artesanos del verbo
que un arte prescinde: yo soy arte: yo también: mira, en mi dedo pongo algo de aceite:
mira: en mi dedo pongo un trozo de pan: ¿fue un sol? Lo fue. ¿No se trata de la lágrima
de un sujeto contra el sol? Es lágrima, pero aérea. Lágrima de ciudad al momento de nacer.
Nace un arte –¿Nace Usted?– dígame las palabras que el suplicio promete: consumir: transar
las palabras con que el sujeto se adhiere al vértigo. El bulbo abierto es un perro abierto.
La desolación de ver es la desolación del perro. Lindo tu ojo, dijo el ojo a su cuerpo. Ves la ciudad
pero ya no la ves. Yo soy la espesura y la nervadura ferroviaria. Yo soy la espesura: el pulmón, ¿qué es?
Extendido mi pulmón como un mapa en el plano, ¿el alarife ya sobra? Yo fui el alarife.
Aprendiz del oficio –¡Vaya oficio de mártires! El arte: una manzana consignada al vacío: Tú y tu vacío,
regresen a su geometría. Mis lineamientos conducen a una idea de muerte: está bien: está bien:
yo y mis lineamientos conducimos a ti: está bien: está bien: ahora redima, Usted, la palabra.
Ya olvidé cuál es –redima, Usted, la casa que somos. Ves la ciudad: yo vi –la ciudad– un ángel abierto
por la boca de un poema: no fue él: fue un perro: pero un perro es mi ojo: pero un perro es la boca
de la calle en vilo: ¿en hilo?: o su eco. Un Arte, la filigrana, donde el Poder aparece: le mando a Usted
que construya una torre. A esa torre bautice. Póngale País: pero Usted tenga en cuenta
que se llama Muerte, de la misma manera que la higuera ensombrece, y en su tronco tajean
el nombre de Dios. Ventanas blancas se abren. Gatos etíopes se asoman por los visillos
y atrapan la polilla llamada Ciudad. Yo me llamo Ciudad. ¿Y tú? ¿Y tú? Transada, mercantilizada
con la redondez de un hibisco, un jazmín en la cabellera de un ángel viejo –el calor, la falta
de historia allí –palabras circulares: muchacho, me hablas como si no estuvieras: no hay quién ni dónde.





YO TE DIRÉ LA VERDAD: no me dirás la verdad, porque el salmón es verdad, su color es
el brazo abierto de Rembrandt, me refiero a su muerto diseccionado en la morgue:
ay, doctor Morgue, ¿no fue Ud. quien diseccionó la cantárida? Su trabajo, ¿explica
la significación de la música?, ¿el movimiento de la chépica en el cementerio? O mejor:
¿explica la tradición milenaria –de China– de escribir ideogramas con la pata de un grillo?
Yo te diré la verdad, pero antes tu mentira: que esplenda, que esplenda: dame tu mentira.
Si me das una gota, quizás la verdad de la gota sea chépica: sea el cementerio
este libro esperado. O esta revolución: escribir siempre igual: mirar al muerto
con sus ojos de muerto: al final de ellos, la vibración de la luz: tal vez la verdad
sea atar esa luz a la idea del Arte: la idea del Arte, susceptible de ciudad: siempre ella:
su poder: su cuerno: le dice: unicornio, unicornio mío: haré de ti una esfinge.
Yo no quiero la esfinge. Yo quiero el rápido rasguño del gato: la fina pata del grillo
con que los calígrafos chinos describen la luna. Yo te diré la verdad: había un país
que se llamaba discurso. A ese país yo viajé. Yo dejé mi país en los límites de Otro.
Adivina el poder de la fusión: no lo sé. Yo tampoco lo sé. Porque el cementerio explica
las cosas más simples: lápida: tumba: tienen la concisión del punto –que es mosca–
tienen la concisión de la línea –el horizonte– haz una idea del Arte: los ojos del hijo
brotados de la inanición: no mueren hijos de hambre: nacen hijos de ella: yo lo maté
pero el que murió fui yo: el hijo tomó a ese grillo en su mano: ándate: huye: llévame ya:
dime la verdad –la profundidad de un ojo– sea el libro esperado. Un verbo capaz
de explicar su sinuosidad: ¿no se llama serpiente?: el vuelo de un coleóptero
estrellándose contra la ampolleta. Estaba tu Padre en la definición de Patria. Estabas tú:
no estaba yo: yo no miraba de reojo: yo miraba sin ojo: yo miraba con voz.
Yo te diré la verdad. Luego, cree lo que quieras: el salmón es verdad: el río: la corriente
arreciando. Ahí. La roca, ahí: el agua ahí: la verdad de la orilla se llama tierra.




Estos poemas fueron tomados del libro Transversal (El billar de Lucrecia, 2007, elbillardelucrecia.blogspot.com).



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Javier Norambuena



Humedales (fragmentos)

*

autobús que hace decir todo nombre será lejos, los
pájaros del levante transitan por debajo del norte, los pá-
jaros beben una línea interrumpida, del autobús que hace
decir todo nombre será lejos.

*

un presentimiento del río, en el cielo están las grúas, es
la espera, sueño indeterminado con los ojos yuxtapuestos,
humedales, háblame como la punzación, el prefijo de una
jugarreta infantil, ojos indeterminados en paredes, es de
noche.

*

en esa intemperie hay tus noches, ahí en cada hora una
campana sin ruido pega el palo de tus pelos, pieza que roza,
habla esa intemperie, habla pájaros de tus noches, es el lugar.

*

la habitación tiene caballo, cabeza en otra parte, su revés
invoca segundos, repliegues que vendrán, la infancia se
hospeda como caballo armando una dureza, en las cuatro
paredes hay escritas un relato, cuatro puntas con la sábana,
dice nombres cabizbaja, tuvimos una noche en que la puerta
estuvo abierta, manchas aparecen, los puntos se multiplican
en la habitación, el caballo repite su cabeza.

*

las sombras de los tres años levantan el jardín al que
vuelve con fantasmas, es la escena de la boca con el ángel en-
tremedio, es el padre clausurando la boca, la letra del cielo en
las grúas tiembla, he visto florecer en humedales, lo mudo de
las vértebras es la sombra.

*