Fábrica de metáforas y hospital de imágenes. Oppiano Licario. José Lezama Lima

Fronesis se detuvo ante la caída de la viga, recibió un tironeo hacia una camerata lateral. Se encontró frente a un adolescente que lucía sobre su cabeza un cónico sombrero de seda con los signos zodiacales. Al fin de la pieza se veía una inscripción de fósforo que se hacía visible en la oscuridad del fondo: fábrica de metáforas y hospital de imágenes. Abajo, como un exergo, la frase que le había oído muchas veces a Cemí: sólo lo difícil es estimulante. Fronesis captó sin vacilaciones que se encontraba frente a un loquillo de gran belleza. Por las paredes laberintos, emblemas y enigmas.
Comenzó a oírle:- Tengo que vivir al lado de una posesa para despertar y ennoblecer de nuevo a la poesía. El más poderoso recurso que el hombre tiene ha ido perdiendo significación profunda, de conocimiento, de magia, de salud, para convertirse en una grosería de lo inmediato. Todavía se puede hablar con usted de estas cosas que están en el cuerpo del hombre, y eso es tan raro ya en La Habana como en París, pues así como el hombre ha perdido su cuerpo, también se le niega la imagen. Y no hay nada más que el cuerpo de la imagen y la imagen del cuerpo. La imagen al fin crea nuestro cuerpo y el cuerpo segrega imagen, como el caracol segrega formas en espiral inmóvil, que es el cielo silencioso de los taoístas. Así como para Descartes no hay nada más que pensamiento y extensión, para mí no hay nada más que cuerpo e imagen. Y lo único que puede captarlo es la poesía y por eso me desespero ante la inferioridad que la recorre en los tiempos que sufrimos y lloramos.
Aquellos tiempos en que la poesía fundaba la casa de los dioses o aquellos otros en que luchaba por la belleza a la orilla del mito, que vivía en la catedral animada de todas las irisaciones, desde el rosetón pitagórico hasta los cultos de Mitra, o en los que Shakespeare dominaba todo el bosque medieval, han pasado. Hay que llevar la poesía a la gran dificultad, a la gran victoria que partiendo de las potencias oscuras venza lo intermedio en el hombre.
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-Hay que volver al enigma- comenzó a decirle a Fronesis-, en el sentido griego (extra et manifestum), es decir partiendo de las semejanzas llegar a las cosas más encapotadas. Hay que volver a definir a Dios partiendo de la poesía...

También la vuelta al jeroglífico, o sea a la sagrada escultura. En lugar de la letra, que llega a ser muy aburrida, se puede emplear el jeroglífico. Así, el simple dibujo de una palma, por la comparación de sus hojas con los rayos del sol, significa un planeta cercano, porque no entrega su fibra a su pesadumbre significa el himno de la victoria. Alude también a la Judea por ser muy germinativa por esos lugares.
Hay que acudir a los emblemas. No debe llevar la poesía sus banderolas para ser reconocida entre remolinos humeantes? Debe llevar muchas figuras para que su aviso no se reseque. Todas las derivaciones de la expresión hacha encendida, que lo mismo significa el renunciamiento que la plenitud fálica. Y puede ser también todo lo que nos agobia y mortifica. Pero nada más fascinante que el poema mudo, formado de figuras que se vuelven sobre sí mismas y se queman como la cera. Decir soldado y ya aludimos a dos prodigios: el sol y los dados. Se lee al derecho y al revés, por el centro de la esfera, en el túmulo.
Pero lo que sí es una obligación es llevar la poesía al laberinto donde el hombre cuadra y vence a la bestia.
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Licario le transmitió a Cemí un conocer que él llamaba curso délfico y Cemí lo conversó contigo, es decir, se hizo visible. Y eso es lo que yo te voy a enseñar y después te diré cómo podrás ver a tu madre. Licario tenía el convencimiento de un conocimiento oracular en el que cada libro fuera una revelación, con eso se evita el fárrago de lecturas innecesarias en que caen los adolescentes. El concepto romántico y erróneo de que del error de esas lecturas sobrantes tiene que ser superado por el que oye la palabra de los iniciados, de los que han sabido hacer su camino y comprendido el Eros estelar, el wu wei de los chinos. Cada libro debe ser como una forma de revelación, como el libro que descifra el secreto de una vida. La primera parte del curso délfico se llamará obertura palatal, tiene por finalidad encontrar y desarrollar el gusto de la persona. ¿Cuáles son los libros que dejan en nosotros una nemosine creadora, una memoria que esté siempre en acecho devolutivo?

-Cada uno de esos estante comprende una parte de la sabiduría- dijo Editabunda- La primera despierta el paladar de curiosidad por aquello que cada cual tiene que hacer suyo, estableciendo entre él y el curso una continuidad inagotable. Tienes que venir días sucesivos y reconocer el nombre de esos libros que actúan como regidos por la gracia. El segundo estante comprende lo que yo llamo el horno transmutativo, el estómago del conocimiento, que va desde el gusto al humus, lo que los taoístas llamaban la transmigración pitagórica con burla de los budistas, a la materia signata de que hablaban los escolásticos, a la materia que quiere ser creadora. Se comprueba que la materia asimilada es germinativa y la semilla asciende hasta la flor o el fruto. La tercera parte que trata del espacio tiempo, con lejanas raíces en las bromas lógicas de los megáricos o en el mundo aporético o eleático. Adquirir un espacio donde el hombre convierte en un cristal pineal su circunstancia, el espacio exterior o exterior, como si toda interrupción o ruptura de la comunicación se rompiese para vivir nuestro verdadero enigma. Se burla también del tiempo, pues acerca la vida a la muerte y la muerte en la vida, gravita el cielo hasta la tierra y levita la tierra hasta el cielo.

- Esa tercera etapa- volvió a decirle-, el paso del horno transmutativo al tiempo aporético se precisa por aquello que ya tú le oíste a Cemí, de que al chocar con pasión de súbito dos cosas, personas o animales, engendran un tercer desconocido.